Cómo la tecnología está transformando la resiliencia energética
La digitalización de las redes eléctricas no es una opción, sino una prioridad estratégica para Europa. Ante el aumento de la demanda, la integración masiva de energías renovables y los crecientes riesgos físicos y cibernéticos, la Comisión Europea prevé que será necesario invertir 584.000 millones de euros hasta 2030 para modernizar el sistema eléctrico.
En este contexto, tecnologías como la robótica autónoma, la inteligencia artificial (IA) y, en el horizonte, la computación cuántica, se consolidan como pilares esenciales para construir un sistema energético más robusto, flexible y alineado con los objetivos climáticos. Casos reales ya en marcha demuestran cómo estas herramientas permiten anticiparse a fallos, optimizar recursos, reducir riesgos y hacer más resiliente el suministro eléctrico del futuro.

Automatización y robótica: más allá de la eficiencia energética
En un sector donde gran parte de las operaciones se realizan en entornos críticos —subestaciones, refinerías o plantas solares—, la robótica móvil autónoma se perfila como una herramienta clave para minimizar riesgos y aumentar la eficiencia operativa.
Desde GMV se impulsa el desarrollo de soluciones en este ámbito mediante herramientas como uPathWay, una plataforma avanzada diseñada para gestionar e integrar distintos tipos de robots móviles, incluso de fabricantes diversos, en entornos operativos heterogéneos.
Esta solución permite automatizar actividades de operación y mantenimiento (O&M), facilitando intervenciones más ágiles, precisas y seguras, al tiempo que reduce la exposición del personal humano a entornos complejos o potencialmente peligrosos. Además, incorpora un agente de inteligencia artificial que permite a los robots detectar automáticamente situaciones anómalas durante sus desplazamientos —como la presencia de objetos no identificados o fugas de gas imprevistas—.
Esta capacidad de automatización no solo mejora la eficiencia operativa, sino que también ayuda a afrontar la escasez de personal técnico cualificado, especialmente en zonas remotas o de difícil acceso, ofreciendo una solución escalable y alineada con el ritmo de expansión de la actividad.
En plantas de generación distribuida o redes eléctricas extensas, esta capacidad resulta estratégica para abordar uno de los grandes retos actuales: mantener la seguridad operativa sin incrementar los costes de operación y mantenimiento.
Inteligencia artificial: anticiparse al fallo y reducir la huella
La inteligencia artificial también está aportando valor en aspectos menos visibles, pero igualmente críticos. Un ejemplo es la detección de anomalías en procesos industriales o en laboratorios de I+D, donde modelos avanzados permiten identificar desviaciones de calidad en productos como aceites o biocombustibles, anticipar problemas en fases tempranas del desarrollo o mejorar la eficiencia en los ensayos.
Además, herramientas como GMV PitIA se aplican al análisis de datos operacionales, permitiendo detectar patrones de uso, anticipar picos de demanda energética o ajustar la producción en tiempo real. Estas capacidades no solo optimizan los recursos disponibles, sino que contribuyen directamente a reducir la huella de carbono y avanzar hacia modelos energéticos más sostenibles.
El horizonte cuántico: resolver lo irresoluble
Mirando al futuro, el sector energético empieza a explorar tecnologías emergentes como la computación cuántica, especialmente prometedora para resolver problemas de muy alta complejidad matemática que hoy requieren recursos computacionales inmensos.
Por ejemplo, simulaciones de redes eléctricas con miles de escenarios posibles, o la optimización simultánea de múltiples variables en tiempo real —factores meteorológicos, consumo, producción renovable— podrían transformarse radicalmente gracias a estas nuevas capacidades.
La computación cuántica representa una vía de investigación que en GMV se está explorando para planificar sistemas energéticos más dinámicos y resilientes, en los que la predictibilidad y la eficiencia sean compatibles con la flexibilidad operativa.
Transformar la red eléctrica en una infraestructura inteligente es mucho más que una evolución tecnológica: es una necesidad crítica para garantizar la energía del futuro y no quedarnos a oscuras.
Más información: https://www.gmv.com/es-es/media/blog/industria/tecnologia-transformando-resiliencia-energetica
